En la última década, el dinamismo de crecimiento a nivel regional es liderado por aquellas entidades con una actividad preponderantemente manufacturera donde el crecimiento promedio llega a superar el 4.0%.
De acuerdo con cifras del Inegi, en el pódium de las entidades con mayor crecimiento en los últimos 10 años se encuentran Querétaro con un crecimiento promedio de 3.9%, Baja California Sur con 4.2% y en el primer lugar se encuentra Aguascalientes con 4.3%.
Estas entidades destacan por su orientación a actividades fabriles con alto valor agregado como la industria automotriz o la aeroespacial en donde se han generado algunos polos de desarrollo que han permitido tener un crecimiento casi del dobl del promedio nacional de 2.2%.
Otras entidades que destacan por una variación promedio del PIB superior al nivel nacional son Guanajuato, San Luis Potosí, Colima, Quinta Roo y Jalisco.
Si bien el crecimiento de la economía mexicana en la última década es apena ligeramente superior al 2.0%, al interior del país las entidades federativas avanzan en diferentes velocidades.
Hay estados que siguen sin despegar en su crecimiento como Guerrero, Veracruz, Tlaxcala, Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Tamaulipas y Campeche, los cuales su PIB está por abajo del promedio nacional, inclusive con tasa cercanas al cero por ciento.
Por otra parte, hay entidades que mantienen su ritmo de crecimiento estable como el Estado de México, Nuevo León, la Ciudad de México y Jalisco.
Son precisamente estas entidades las que mayor aportación tienen al valor de la economía en el país con el 40% del total, tan solo la Ciudad de México es la de mayor peso con 16.5%.
A raíz de la crisis financiera global de 2008, la estructura productiva del país ha cambiado, si bien México es una nación cada vez más orientada al sector servicios y comercio.
Datos del Inegi señalan que el 60% del PIB proviene de las actividades terciarias, pero son las manufacturas las que avanzan con mayor rapidez y hoy aportan el 17.8% del valor de la economía, mientras que hace 10 años la proporción era de 15.8%.
Por sectores, la estructura productiva revela que son las entidades dominantes las que agregan mayor valor al PIB nacional.
En las actividades fabriles, Nuevo León contribuye con uno de cada 10 pesos y se lleva el primer lugar a nivel nacional, le sigue el Estado de México y Jalisco con 9.7% y 8.7% de participación en el PIB manufacturero del país.
Respecto al sector terciario, la Ciudad de México es la que más aporta con el 23%, principalmente por el comercio y los servicios financieros, le siguen el Estado de México y Nuevo León con 10% y 7.1% respectivamente, tan solo entre estas tres entidades se concentra el 40% del PIB de servicios y comercio.
El crecimiento económico es diferente al desarrollo, para lograr un equilibrio entre ambos se requieren polos de desarrollo y competencias en la población que puedan generar mayor atractivo a la inversión.
Las Zonas Económicas Especiales (ZEE) son una propuesta interesante para el caso mexicano con un objetivo explícito de promoción del desarrollo, combate a la desigualdad y a la pobreza, pero debe pasar más allá de la propuesta a la acción y hasta el momento se sigue esperando.
Estados como Chiapas, Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Veracruz requieren el desarrollo de obras de infraestructura que implica la inversión pública y privada, además de elevar su conectividad y el desarrollo de nuevas competencias laborales impulsar el crecimiento.
En los próximos 10 años el desarrollo de la industria manufacturera y de servicios, van a requerir competencias laborales cada vez más especializadas y enfocadas a las tecnologías de punta, pero mientras siga esa diferenciación de crecimiento y desarrollo regional, el país no puede aspirar a tasas de crecimiento más altas ni a empleos mejores pagados.