“Nosotros debemos cuidar al medio ambiente, no podemos seguir tumbando bosques. Yo pienso que todos los que nos dedicamos al cultivo del aguacate debemos de tratar de dejar zonas para reforestar” comentó a Bloomberg Businessweek Antonio Ozeguera Quintero, ingeniero agrónomo que se dedica a la producción de este fruto.
El problema que menciona no es menor, dado que algunos productores recurren a prácticas que afectan al medio ambiente con tal de expandir su producción y satisfacer una demanda que representó UN INGRESO de 2 mil 961 millones de dólares en 2017, pero que a su vez, devastó al menos una superficie de 962 hectáreas de terreno forestal sólo en Michoacán. Para algunos, reemplazar encinos por aguacateros no significa un problema, total, para ellos ambos son árboles.
El aguacate siempre estuvo presente en la dieta del mexicano, sin embargo, con la migración de paisanos hacia Estados Unidos este gusto permeó entre la población del vecino del norte, especialmente en la última década tras convertirse en una botana (a través del guacamole) de personas que siguen grandes justas deportivas como el Superbowl.
*De ésta última se derivan más de 400 variedades donde destaca el Hass, especia de mayor comercialización y consumo en nuestro país y el extranjero por su consistencia como mantequilla dura y de sabor suave que recuerda al de la nuez.
Es tal la popularidad del aguacate que en 2017 las exportaciones reportadas por el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera alcanzaron mil 890 millones de toneladas, con un valor de 2 mil 961 millones de dólares, donde Estados Unidos es el principal importador al mantener un consumo de 790 millones de toneladas (Mt) anuales, seguido de Japón con 68.86 y Canadá con 66.48 Mt.
En tanto, México diseñó un plan para aumentar la producción a poco más 3 mil millones de toneladas para 2030 donde se estiman INGRESOS por 4 mil 655 millones de dólares, según el documento Planeación Agrícola Nacional, publicado por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sagarpa) en 2017.
Antes de que iniciara el boom del aguacate, las exportaciones en la década de los 70 ascendían a poco más de seis toneladas, en buena medida por disposiciones fitosanitarias que impedían a México comercializar el producto con el vecino del norte. Ya con la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio, México se convirtió en el principal proveedor del fruto a nivel mundial con una aportación del 46 por ciento del valor de las exportaciones.
En México,10 estados se dedican a la producción del cultivo; los principales son:
82.7%Michoacán
7%Jalisco
2.4%Nayarit
1.7%Morelos
Fuente: Sagarpa, Atlas agroalimentario 2018.
Quienes concentran el 95 por ciento de la producción del país. Y es en estas regiones donde la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) ha descubierto cientos de hectáreas cuyo uso de suelo fue modificado para convertirlo en terrenos de producción agrícola, principalmente para la siembra de aguacate.
Tan solo en Michoacán, la Profepa inició más de 155 procedimientos administrativos, donde se demostró que se derribaron alrededor de 17 mil 474 árboles de pino y encino. En Jalisco, los operativos para frenar la producción de aguacate ilegal han demostrado que al menos mil 76 hectáreas sufrieron daño debido al cambio de uso de suelo.
“Es que con unas dos hectáreas ya vives bien. Ya puedes comprar tu carrito, tu casa, solo sembrando aguacate” aseguró una fuente a Bloomberg Businessweek que pidió no ser citada.
A las afueras de Ario de Rosales, Michoacán, poco después del letrero que da la bienvenida a este municipio está ‘La Cantera’, un cerrito cuya vegetación combina los pinos con árboles frutales y al que lugareños reconocen la fertilidad de su tierra capaz de dar buen aguacate.
“Si tienes un presupuesto y la intención de invertir en algo fructífero, el aguacate puede ser una buena opción y sí, esta frase de que es el ‘oro verde’ a veces es muy polémica, pero sí: es el oro verde”, comenta Christopher Valencia, actor oriundo de Ario que decidió levantar una huerta de este fruto con su madre y hermano.
“Me voy a ver tonto y voy a perder mi tiempo en Ario de Rosales, teniendo una tierra y un clima privilegiado, sembrando algo que no se me dé. No puedo plantar melón, sandía, papa, limón, al final nada de eso es apto en esa tierra”, responde a la pregunta sobre el porqué escoger esta opción. Como él, muchos pequeños productores optan por aguacates a pesar de que esta producción ha contribuido con la deforestación, de acuerdo con la Revista Mexicana Sobre Desarrollo Local.
La publicación destaca que la deforestación por cambio de uso de suelo coincide con el auge de las exportaciones impulsadas tras la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio para América del Norte, donde lugares como la meseta purépecha tuvieron pérdidas del 23 por ciento de su bosque entre 1976 y 2005.
Y aunque pareciera que sólo se sustituyen árboles como encinos y pinos por aguacates u otros frutos, la realidad es que genera problemas muy particulares. De acuerdo con investigaciones del doctor Alberto Gómez Tagle Chávez, de la Facultad de Ciencias de la UNAM, el árbol de aguacate consume seis veces más agua que pinos o encinos, además, debido a la estructura de las raíces del aguacate, la filtración del agua que produce es 14 veces menor en comparación de árboles maderables.
Ante esta situación la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de México (APEAM) – único organismo que comercializa el producto a Estados Unidos y cuya producción obtenida de 35 municipios está concebida para ser vendida en el extranjero– se ha deslindado del problema.
“Nosotros no estamos de acuerdo con eso. Ya es un tema que hemos venido conversando con autoridades a nivel local, estatal y federal, y es un detalle que nosotros hemos buscado lograr alguna solución, pero obviamente eso no nos corresponde”, aseguró Armando López Orduña, director general de APEAM.
“Aquí dependerá del trabajo conjunto con las autoridades para que nos digan dónde sí y recibir un registro de huerto apto o huerto legalizado para que pueda ser candidato a la producción, a la certificación y a la exportación pues actualmente no tenemos eso”.
Esta ausencia en las normativas de producción hace que hoy por hoy sea imposible saber el origen de los aguacates consumidos en México principalmente, así lo reconoció Miguel García Winder, Subsecretario de Agricultura. “Es muy difícil saber de dónde viene un aguacate o de dónde viene otro, la realidad es que tendría uno que visitar las zonas de explotación y familiarizarse con ellas”, subrayó.
Esta situación ha puesto en jaque distintas zonas de la franja aguacatera como Ario de Rosales o Tacámbaro donde organizaciones de la sociedad civil y medios locales han denunciado la quema y destrucción de zonas boscosas para dedicarlas a la producción de aguacates.
Sin embargo, estas acciones han tenido un ligero impacto: de los 37 mil productores de aguacate, solo 350 han firmado convenidos de colaboración para mejorar sus prácticas agrícolas y 2 mil más están en proceso de sumarse al cuidado del medio ambiente en colaboración con el gobierno de Michoacán y la APEAM.
Gabriel Villaseñor Zurita, presidente de la APEAM, asegura que, a pesar del problema, el verdadero daño a la ecología no proviene del gremio aguacatero, sino de quienes se dedican a la tala ilegal.
“El problema grave lo tenemos en las comunidades en la Sierra Purépecha”, asegura, “donde toda la gente siempre ha vivido de la transformación de la madera. ¿Qué es lo que pasa?, que la gente sigue talando la madera para hacer trabajos”.
De los 28 mil agremiados a la APEAM, el 80 por ciento de ellos son pequeños productores cuya extensión de tierra es menor a siete hectáreas, que equivalen a 138 mil hectáreas, razón por la que la organización niega que los suyos sean responsables del daño ocasionado en la región.
En tanto, organizaciones civiles como la Fundación Reto Ecológico aseguran que, sin importar el beneficio económico que ha traído la producción de aguacate a ciertas zonas de Michoacán, no vale el costo ecológico que representa la industria.
“La industria aguacatera puede ser sustentable siempre y cuando se ajuste a los decretos, se coadyuve a quienes lo producen y se les deje de permitir muchas cosas en el terreno legal porque hay un punto de no retorno y estamos casi por llegar si no hacemos algo” concluyó Rubén Sánchez, director general de la Fundación Reto Ecológico.