El interés de Corea en México

Otra vía es que Corea se sume y emprenda negociaciones para integrarse formalmente al Tratado Integral Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP) donde México es miembro. De esta forma no habría necesidad de un TLC exclusivo con México, pero si de una negociación con todos los miembros del CPTPP.

Aunque la relación bilateral entre Corea y México comenzó a aumentar en los 90, se puede profundizar más, no sólo en las áreas de comercio e inversión, sino en la cooperación técnica, agrícola e intercambio cultural. Hasta ahora ese potencial no ha sido bien aprovechado, aunque se ha privilegiado la alianza en el terreno de las relaciones internacionales, a través del grupo MIKTA (México, Indonesia, Corea del Sur, Turquía y Australia), donde los gobiernos de ambos países han buscado puntos en común y perfilarse como actores dinámicos en la escena mundial.

En vísperas de una profundización de la relación comercial bilateral, es preciso apuntar que México no sólo ofrece una amplia gama de materias primas y mano de obra competitiva, sino una atractiva estructura productiva, la red de TLCs (13 con 50 países), así como su cercanía con Norteamérica. He aquí el interés de Corea, que sin temor a equivocarse, pretende utilizar un eventual TLC con México como trampolín hacia el T-MEC.

En otras palabras, ante un eventual TLC y mediante la integración de insumos nacionales, los coreanos buscan obtener certificados de origen mexicanos para reexportar sus mercancías, que sin duda serían más competitivas dado la cadena de valor-suministro y la logística (costo, seguro y flete) que determinan el precio, claro, además de las preferencias arancelarias que resulten del “salto arancelario” de los productos de ese país producidos en México.

No obstante, más allá de la clara intención de Corea de acercarse a México con tintes competitivos, el futuro de un tratado de TLC seguirá incierto mientras ambos países no logren convencer a los sectores industriales que se oponen y anulen las quejas de países que se establecieron antes en México (Alemania, EU y Japón son tres claros ejemplos) que defienden a toda costa sectores donde hay intereses específicos, como el automotriz y el manufacturero.

Para destrabar esto, una opción sería estrechar los lazos de coinversión entre el empresariado de ambos países en sectores clave como la petroquímica (básica y secundaria) y la industria automotriz, donde se pueden buscar destinos para la inversión coreana con experiencia en el ramo, como el caso de Nuevo León, donde se instaló la Planta de KIA; Puebla, Guanajuato o Morelos para construir plantas armadoras y generar de esta forma ecosistemas y clusters empresariales binacionales contribuyendo a las cadenas de valor global de ambos países.

Con ello se mostrarían las ventajas de la complementariedad económica México-Corea, y se propiciarían las condiciones para la firma de un TLC. Con esta lógica, podría disminuir el déficit de la balanza comercial con Corea, que según la Secretaría de Economía, fue de 12 mil 582.2 millones de dólares en 2018. Aquí la inversión extranjera directa jugaría un rol estratégico al promover el encadenamiento productivo (industrias de soporte) en los sectores más dinámicos y complementarios entre ambas economías. Veremos si el activismo del gobierno coreano, a través de foros oficiales, visitas y reuniones de alto nivel de los últimos meses surtirá efecto, aunque la historia diga lo contrario.

*Fuente: https://heraldodemexico.com.mx/
Autor:  ADOLFO LABORDE