Logística inversa
El camino que sigue una vacuna parece simple: sale de su centro de producción a un centro de distribución (que puede ser un puerto o un aeropuerto), desde donde se envían a diferentes ciudades, y posteriormente a los centros de aplicación, como puede ser un hospital.
Sin embargo, esta simple ruta comienza a complicarse cuando se habla de llevar grandes volúmenes desde los centros de producción a pequeñas o grandes ciudades, considera Robin Townley, director regional de proyectos logísticos de la multinacional Maersk.
“La cadena logística de una vacuna no termina en un puerto o un almacén. Globalmente termina en el cuerpo humano, entonces es un camino que se traza hacia el paciente”, explica.
Aunado a ello, se debe tener en cuenta que una ciudad tendrá un número limitado de personal médico, de refrigeradores y de vehículos, por lo que si se transportan muchas vacunas al mismo tiempo, se corre el riesgo de sobrecargar la cadena. Así que se debe pensar en un sistema de logística inversa, donde primero se determina qué se necesitará y luego cómo llegará al destino final.
“Debemos entender qué tipo de volúmenes y cuántas dosis el sistema público de salud puede aplicar a la población por día, y eso nos dirá qué tan rápido debe ir todo lo demás”, refiere Townley