Lo amargo de la miel, ¿se endulza con centro de acopio?

Sí, eso fue lo que dijo el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, durante la gira que hizo en Yucatán el fin de semana pasado.

Habrá comercializadores o llamados industriales, que no estén felices con el anuncio, porque desde que dejó de operar la llamada ‘empresa social’ Apícola Maya en 2016, el precio de la miel ha ido en picada, al grado de pagarles 12 pesos por litro al apicultor.

Y habrá otros más que consideren que es una práctica regresiva y cuestionable.

Sin embargo, a la actividad apícola en Yucatán hay que considerarla con sus vertientes sociales, culturales, así como económicas, y analizar por qué el gobierno, con sus políticas públicas que rigen a la actividad agropecuaria del país, no consideran a la apicultura de la península de Yucatán a pesar de que aporta 40 por ciento de la miel que se produce en el país y genera más de 38 millones de dólares en divisas que, por cierto, no llegan al apicultor.

Por partes

Dimensionemos que esta actividad está en manos de más de 13 mil apicultores, según los últimos datos del Inegi, que hay más de 300 mil colmenas y que no hay organizaciones productivas que agrupen a los productores.

Además, esta actividad para muchos apicultores es adicional, es decir, no es su única actividad productiva, sino que forma parte de la milpa, del comercio, de la ganadería, del huerto o de otras actividades. Son muy pocos los que se dedican a la apicultura con tinte comercial, la mayoría lo hace por tradición, como un ‘extra’ en el ingreso o como ahorro.

Los datos oficiales muestra que 90 por ciento de lo que se cosecha se exporta y según Aduanas el año pasado Yucatán exportó 12 mil 308 toneladas de miel, que generaron 38.5 millones de dólares en divisas.

En promedio cada kilo de miel se vendió en tres dólares, unos 62 pesos el kilo, y al apicultor se le pagó de 45 a 47 pesos.

Este año, Aduanas ha registrado de enero a octubre 9 mil 24 toneladas exportadas, generando 21.5 millones de dólares en divisas, esto significa que en promedio cada kilo de miel se ha exportado en poco más de 2.3 dólares, unos 45 pesos el kilo. Se ha vendido a Alemania, Suiza, Reino Unido y Bélgica, entre muchos otros.

Sin embargo, el apicultor de Yucatán que vendió su miel al comercializador cobró de 18 y hasta 12 pesos el kilo en el mes de junio, el precio más bajo de la historia.

¿Por qué si la miel de Yucatán es apreciada y bien lavada en otros países, el que trabaja y mantiene a las colmenas no cobra lo justo?

¿Por qué la brecha es tan grande? Algunos lo adjudican a las mieles falsas y sobreoferta, sin embargo, el precio de exportación es mucho más alto que el que se le paga al productor.

Fue el año pasado que muchos apicultores comenzaron a vender sus cosechas por redes sociales o al pie de la carretera, decididos a no “mal vender” sus cosechas al comercializador, logrando colocar el litro en 100 o 120 pesos, que es el precio promedio al consumidor final en Yucatán.

El problema

La actividad apícola en Yucatán es histórica, desde los mayas antiguos se practica.

Al paso de los años la actividad fue tomando valor, al grado que las comercializadoras dominaban el mercado en la década de los 60, dando un precio bajo al apicultor y fue cuando surge Apícola Maya, la primera empresa social en el ramo.

Su objetivo fue reordenar el mercado, evitar los abusos y que los propios apicultores fueran socios, pero al paso de las administraciones se tuvieron malos manejos y el gobierno los rescataba.

Llegó a reconocérsele en 2002 como la más importante acopiadora y comercializadora de miel al extranjero, de corte social en todo México.

Sin embargo, en 2016 cerró sus puertas y su efecto se sintió en el precio pagado al productor, porque si bien fue señalada la administración por malos manejos, era un referente en los precios.

La directiva de la Apícola decidió cerrar para evitar el embargo de la SHCP por un adeudo fiscal de 50 millones de pesos, derivado de la única auditoría que les hicieron en 2010 y en la que no pudieron comprobar con facturas la compra de 38 millones de pesos en miel a campesinos.

Desde entonces, la Apícola Maya dejó de operar y fue desmantelada a principios de este año y ultimada hace unas semanas.

Van cuatro temporadas que el apicultor le vende al acopiador, del acopiador al comercializador, lo que ha favorecido el bajo precio.

La esperanza

Para muchos apicultores la esperanza renació cuando el actual gobierno federal anunció la creación de Segalmex y los precios de garantía, esa empresa gubernamental que compraría las cosechas comerciales de los productores a precios de garantía, las acopiaría y se las vendería a Diconsa.

El sueño de los apicultores de poder entrar en este esquema brilló aún más cuando se anunció que se evaluaba que Segalmex comprara miel.

Se creyó que por fin habría políticas públicas que reordenarían, reorientarían la actividad que está pulverizada.

El sueño duró poco: Segalmex sólo compraría granos básicos y leche, no se dimensionó o no se quiso ver el peso social y económico de la miel en Yucatán, donde no hay cosechas comerciales de maíz de pequeños productores, ni de frijol, arroz o leche.

No se analizó que lo que Yucatán produce socialmente es la milpa, la miel, las hortalizas a cielo abierto, el traspatio.

Y el sueño se desmoronó. A seguir cuidando las abejas, alimentarlas si no hay floración, a darles agua, a cuidarlas de la varroa y del escarabajo, y confiar que esta próxima temporada habrá un mejor precio.

La cosecha

En este mes de noviembre es que inician tradicionalmente las cosechas de miel en la península, con la floración de las enredaderas y a decir de los que saben, las lluvias han permitido que haya estas flores, así que se augura un inicio de cosecha 2019-2020 favorable.

El fin de la cosecha es en junio, porque en julio, agosto, septiembre y octubre es época de lluvias y las abejas no pecorean, suelen ser alimentadas por el apicultor o les dejan las reservas de miel para su alimentación.

Si las políticas públicas se reorientan y revalorizan a la apicultura, entonces el Centro de acopia deberá ir acompañado de un programa de ingreso objetivo, de contratos de compra, de precio internacional pagado al productor, de encadenar, eslabonar al productor en el mercado internacional y no sólo ser un maquilador para los comercializadores.

Si se han logrado mejores precios en el maíz a escala comercial, en los productos pesqueros, con miles de productores, ¿por qué no en los apicultores? ¿Por qué sería tan malo comenzar con un centro de acopio?

Dónde estará, para cuándo operará y quién lo administrará, aún está en veremos. Es posible que Segalmex extienda su brazo y voltee a ver lo que no vio desde que inició la administración.

El sector social no sólo está en el maíz, frijol y arroz. En la península de Yucatán está en la miel, en la milpa, en los apicultores, que a fines de este mes celebran su día, el día del apicultor.

*Fuente: https://elfinanciero.com.mx/