Los mercados festejaron la tregua en la guerra comercial entre Estados Unidos y China sellada por el presidente norteamericano, Donald Trump, y su par chino, Xi Jinping, tres días atrás, en su cena en el Palacio Duhau, después del G-20. Lo celebran a pesar de las dudas por la escasez de detalles sobre ese acuerdo y el riesgo latente de que las negociaciones naufraguen.
Apenas sonó la campana en la Bolsa de Nueva York, los índices de bursátiles de Wall Street respondieron con un fuerte salto al avance forjado tras la Cumbre de Líderes del G-20 en Buenos Aires. El precio del petróleo subió ante la perspectiva de que China importe más energía, las monedas emergentes se fortalecieron y en la City el dólar se desplomó y volvió a arrimarse al piso de la banda cambiaria del Banco Central.
En Twitter, Trump se mostró otra vez exultante sobre la tregua al afirmar que la relación bilateral había dado un “gran salto hacia adelante”. El presidente prometió “grandes y rápidos” beneficios para el campo, y dijo que Xi había aceptado recortar los aranceles chinos a las importaciones de automóviles de Estados Unidos.
Pero Pekín ofreció un mensaje diferente: solo confirmó la suspensión de la suba de aranceles de Trump a compras de China por unos 200.000 millones de dólares que debía comenzar a regir el 1° de enero próximo, sin mencionar siquiera el lapso de 90 días para la tregua u otros de los beneficios anticipados por la Casa Blanca.
“Vamos a ver cómo resulta esto. Pero soy cautelosamente optimista”, evaluó ayer el director del Consejo Económico Nacional, Larry Kudlow, en una conferencia telefónica con la prensa. Kudlow dijo que nunca antes habían logrado tantos compromisos “amplios y detallados” por parte de Pekín, pero, más prudente que Trump, intentó moderar las expectativas al recordar que la historia de las negociaciones con China “no es grandiosa”.
Kudlow tampoco brindó más precisiones sobre la tregua. Y cuando le preguntaron cuáles serían los aranceles finales para los autos norteamericanos, respondió: “Todavía no tenemos un acuerdo específico sobre eso”.
En Wall Street, el índice Dow Jones cerró con una suba del 1,1%, el mismo avance que redondeó el más abarcativo S&P 500; el tecnológico Nasdaq logró un alza del 1,5%. En Asia, el índice japonés Nikkei subió el uno por ciento, mientras que la Bolsa de Shanghai avanzó un 2,6%.
Los mercados financieros habían dado sobradas muestras de tensión durante los últimos meses ante las señales de fatiga que ha comenzado a mostrar la economía global y la amenaza de una nueva guerra fría entre las dos economías más grandes del planeta. La señal que brindaron Xi y Trump en su “G-2” en Buenos Aires llevó alivio a los inversores, al arraigar la visión de que Pekín y Washington trabajarán en busca de un acuerdo que evite un deterioro mayor de sus lazos comerciales.
Así y todo, analistas advirtieron que detrás del alivio por la tregua comercial aún persiste un problema más complejo: la desaceleración global. Y se preocuparon por resaltar que, más allá del avance, los equipos de Trump y Xi aún deben llegar a un acuerdo definitivo en un amplio abanico de temas. Trump decidió poner al frente de las discusiones a Robert Lighthizer, uno de sus “halcones” en comercio y el funcionario que guio las tratativas con México y Canadá para diseñar el acuerdo comercial que reemplazó al Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, según sus siglas en inglés).
Uno de los desafíos que enfrentan las futuras negociaciones entre Washington y Pekín es la división dentro del gobierno de Trump sobre cómo redefinir los vínculos comerciales de Estados Unidos. El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y Kudlow tienen una postura más pragmática -y menos confrontativa respecto de China- que Lighthizer o el asesor comercial de Trump Peter Navarro, uno de los arquitectos de su política proteccionista. Ayer, Navarro usó un lenguaje duro en una entrevista con la cadena de radio NPR.
“Hablar es barato”, dijo Navarro. “Lo que buscamos no es hablar más, sino que al final de los 90 días veamos cambios estructurales, verificables y reales que produzcan resultados reales, verificables e inmediatos”, afirmó.