El comercio exterior de bienes anotó su 14° mes consecutivo de superávit gracias a unas exportaciones que subieron 9,1% y unas importaciones que cayeron 18,8%. Si bien esta vez se registró una buena dinámica de las expo, el superávit encontró una explicación en la recesión económica y la reciente devaluación, que golpeó nuevamente a las importaciones, tanto para consumo como para inversión productiva. Otro punto a destacar fue el nuevo pico de la primarización de las exportaciones: mientras que los productos industriales cayeron fuerte en sus ventas externas, los del agro continuaron disparándose.
El efecto reprimarizador de la actividad productiva fue una de las dinámicas que caracterizaron al período Cambiemos. En octubre las exportaciones de Productos Primarios (PP) treparon 45,5% y las de las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) crecieron 10%. En cambio, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) sufrieron un nuevo desplome de 10%.
El flojo desempeño económico de Brasil, destino del 36% de las exportaciones MOI argentinas, juega un papel importante en la caída de las ventas externas del sector. Para el 2019 la industrial del país vecino, que es demandante neta de productos argentinos, proyecta una contracción de 0,3%.
Pero además la dinámica recesiva de la economía local golpeó con fuerza a las empresas industriales exportadoras, por la vía de la pérdida de competitividad. El mercado interno contractivo afectó a las escalas, según detalló el economista de la Undav Sergio Chouza. Y además la dolarización de tarifas y combustibles las impactó mediante la suba de costos.
El desafío para el próximo gobierno será evitar futuras crisis externas mediante la promoción de exportaciones industriales, menos dependientes de cuestiones climáticas y de la disponibilidad de tierras. Sobre todo de cara a la posibilidad de que la recesión se termine y las importaciones vuelvan a crecer. Con el agro llegando al tope de su potencial, el camino para evitar el famoso «stop and go» aparece por el lado industrial.
Justamente, por el lado de las importaciones, en octubre se volvió a observar el efecto de la devaluación y de la recesión económica. Eso impactó tanto en las compras de bienes de consumo, con el mercado interno en plena retracción, como en la de la maquinarias e insumos para la producción.
Más en concreto: las importaciones de bienes de capital cayeron 12%, mientras que las de bienes intermedios bajaron 21,8%. Ahí hubo una excepción que fueron las piezas y accesorios para bienes de capital, que subieron 3,4% (en cantidades treparon 22,4%). A la par, los bienes de consumo sufrieron un desplome de 22,4% y los vehículos automotores de pasajeros otro de 52,9%.
La economista de LCG, Julia Segoviano, destacó al respecto que la dinámica recesiva seguirá colaborando en el plano externo: «En los meses que quedan, las importaciones seguirán con el sendero de caída que mostraron a lo largo del año. En la medida que el tipo de cambio se mantenga estable y la actividad comience a recuperar podría esperarse un leve repunte de las mismas, pero será recién a partir de 2020. De todas formas, el avance de las compras externas será marginal y no esperamos que crezcan en términos anuales durante los próximos 12 meses».
Y coincidieron desde ACM: «Dada la fuerte devaluación, con su correlato en el tipo de cambio real, y una actividad económica con escaso dinamismo para los próximos meses, esperamos que las cantidades importadas acentúen su dinámica actual profundizadas por los controles cambiarios«.
*Fuente: https://www.baenegocios.com/